Juguemos a que tu nombre no te gusta. Y que te llamarías de otra forma. Como quieras, no sólo un nombre de persona.
Juguemos. Juguemos a que no te gusta mi nombre y me escoges uno que se te parezca más a mí. Y yo haré lo mismo para tí.
Y entonces, juguemos a ser esas nuevas personas sólo entre nosotros. Esos serán nuestros nombre ssecretos. No podremos usarlos frente a nadie, ni siquiera frente a tus papás. Sí, así debe ser porque con esos nombres, sin jerarquías familiares (sin "tía", o cualquier otra etiqueta que nos ubique en un pedestal dentro de la escalera de la familia), descubriremos el mundo.
Te enseñaré a hacer collares de pasta: verás a qué huele y qué se siente cuando pintas con colorantes vegetales. Y verás qué se siente cuando tocas la pasta sin cocinar, la que siempre te hemos hecho comer reblandecida.
Haremos muñecos rellenos de arroz. Y otros con pinzas d eropa. Y te deleitarás con la textura de los hilos, los estambres, los papeles, las telas y las demás cositas que utilicemos para fabricarlos.
Y te enseñaré lo que sé, de las muchas cosas que podríamos descubrir juntos. Sólo nos basta tener nuestros nombres secretos para irnos juntos, volando o corriendo entre lo conocido, lo nuevo, lo descubierto y lo que aún no sabemos.
Escrito el 21 de febrero de 2011
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