domingo, 12 de junio de 2011

Mi sobrina-mi tía

Dicen que de tal palo, tal astilla.
Supongo, entonces, que algo tendrás de tus dos familias.
Y me imagino, por pálpitos e intuiciones mías, que saldrás con rasgos de la personalidad mía.
Espero, cómo anhelo, que no sean los de mi orgullo o mi soberbia. O mi indómita independencia. O, peor aún, mi autocuestionamiento infinito.

Cómo me gustaría, por el contrario, que sacaras esa cosa que me viene de algún lugar de muy adentro cuando veo a los gatos o los conejos. Es como ternura y sentido de protección. No sé hacia qué animal llegues a sentirlo, pero ojalá te pase en la carga genética que te están suministrando.

Ojalá, también, recibieras la capacidad que tengo para dejarme volar lejos, muy lejos, con la música. Tu mamá ha hecho investigaciones con respecto a lo que podría gustarte en materia musical... y hay algunas coincidencias entre lo que a ella, a tu papi y a mí nos gusta. Vamos muy bien por ahí, nos vamos a divertir mucho...

Me gustaría que sacaras de mí esa constante búsqueda de los por qués. Suele dar trabajo, cuando eres grande, pero es interesante siempre. Y te hace descubrir miles de mundos, todos distintos, ni buenos ni malos, de muchas personas, de muchas gentes. Y siempre te enseña nuevas cosas.

Quisiera que salieras del vientre de tu mamá y tuvieras ya unos 3 años. A mí se me da por creer que hasta que no desarrolles tu propia personalidad, tu propia manera de aprehender el mundo, de ser, de hacer, yo no te veré como la personita que serás, sino como un germinable maravilloso, un ser rebosante de vida y de curiosidad que se expande infinitamente...

... sigo creyendo (ingenuamente, también lo sé), que serás así para mí hasta que desarrolles tu pequeña personalidad.

Por eso te imagino ya "grande", con unos muy respetables y sabios 3 años, sentada a mi lado en casa, con mi gato gordo ronroneando cerca de nosotras mientras jugamos con libros, cantamos muchas canciones juntas, hacemos regalos para tu mami, tu papi, tus abuelo y tus tías paternas o nos hacemos lindos collares para la una y para la otra. No, conmigo no vas a aprender a cocinar. No pastelería, por lo menos. No se me da. Así que, de sandwiches, ensaladas, granos y sopas no vas a salir. Conmigo no.

Te imagino haciendo bolitas para albóndigas de soya o de garbanzos. Te imagino rompiendo con tus manitos unas hojas de lechuga para hacernos dos bowls de ensalada que decorarás con los palitos de zanahoria que te daré para que los pongas como quieras en la ensaladera. Te supongo con dos colitas de cabello castaño oscuro, y dos ojos enooormes y cafés. Me imagino que te quedará bonito el color lila o el violeta y te imagino ya con el delantal de manualidades que te pienso regalar para que pintemos y juguemos sin preocuparnos por la ropa.

Quisiera que heredaras la capacidad lógica de tu abuelo materno y la alegría dicharachera que él tiene. Y me encantaría que tuvieras un poquito de esa creatividad desbordada de tu abuelita materna. Me gustaría que tuvieras de tu papi la buena onda y su capacidad de hacer chistes. Y de tu tía Artemisa esa chispeante rebeldía a toda norma que la restrinja y la constriña. Ella y yo nos parecemos en eso, pero ella no es cuestionadora y no propugna cambios de estructuras mentales en su entorno, como soy yo, sino que simplemente no le presta atención a nadie que le diga que no puede, no debe o no se supone que haga tal o cual cosa. Ella no argumenta razones ni pretende cambiar esquemas mentales para conciliar su visual con la del entorno que tiene. Esta tía tuya, sí lo hace. En el camino, no sé cuál de las dos sufra menos las ebulliciones de su búsqueda individual de la felicidad, pero sí sé que nos sentimos bien con nosotras mismas. Y quisiera que tú heredaras eso, la capacidad de sentirte bien contigo misma.


Me gustaría que salieras con la sonrisa de tu abuelo paterno. Lástima que proteste tanto, sonríe muy lindamente! Y tiene una mirada muy sincera, como tu abuelo materno. Me gustaría que tus ojos tuvieran esa manera sincera de mirar que tienen los ojos de ellos. Y me encantaría que heredaras el modo de ver con simpatía y casi ternura todos los achaques de rabia de cualquiera de nosotros, como hace tu abuela paterna... la admiro por lidiarse a tu abuelo paterno.

Me encantaría que heredaras la flexibilidad mental de tu tía Dalia. Ella mira dos cosas que le gustan y se busca una tercera que las unifique o las amalgame y logra vestirse como nadie jamás podrá hacerlo sin verse ridícula. Y me imagino que es así para otros aspectos de la vida y me parece un don admirable: no hay nada pre-concebido en su cabeza, todo puede armonizar si se le junta de alguna forma que a mí se me escapa. Tu tía Artemisa dice que yo tengo ese don también, por lo menos para vestirme, pero lo mío es menos vanguardista y más bohemio... no sé, está casi dado por la genética que heredes lo bohemia de tu mamá. Y si habláramos de heredar algo de flexibilidad mental, cómo me gustaría que heredaras (y encima te dieran mucha más!) capacidad de resiliencia, esa cosa que yo tengo que me hace caer, sacudirme el polvo y volver a salir a flote. Con o sin ayuda, pero muchísimo más aprisa con ayuda. Eso sí sería útil para tí,  mi niña...

Cómo me gustaría saberte ya afuera del vientre de tu mami, con todas las cosas que de todos nosotros heredes. Como quisiera verte con la sabiduría infinita de los sabios que tiene 3 años de vida, para ver cómo nos has cambiado las vidas en ese tiempo, en ese lapso...

sábado, 11 de junio de 2011

¿Cotufa o pochoclo?


Tu sexo me resultaba absolutamente irrelevante. Planeaba llevar adelante la bitácora que empecé a escribirte sin saber, sin querer saber si eras niño o niña. A todo el mundo en la familia le dió por llamarte "el" bebé. A mí me dió por interrogarle a todos "¿y si fuera "la" bebé?". Al que le daba por preguntar por "el nieto" a mí me daba por rematar la pregunta, antes de la respuesta, con un "o la nieta, no se sabe!".

Todos decían "bueno, claro, es una manera de hablar... nieta/sobrina/la bebé o nieto/sobrino/el bebé, es lo mismo". A mí no me parecía lo mismo...

Al inicio de tu gestación, tu mamá nos contaba que estabas en la 5ta semana y medías unos 2 milímetros. Pero la semana siguiente, nos decía que ya debías medir entre 6 y 8 mm. A mí, que de números sé apenas qué es una progresión aritmética y qué una progresión geométrica, me pareció que aquello era una progresión fabulosa. Y decidí bautizarte "el garbanzo/la lenteja". Parecías un germinable...

Y como de siempre fuiste impaciente pero no exhibicionista, y tu tía nunca dejó de ser curiosa, visto que a nadie se le había ocurrido antes hacer una trivia divertida sobre tí, para integrarte a la familia, y en el ecosonograma no se te veía nada definitvo, decidí proponerle a todo el mundo que apostáramos sobre tu sexo. A manera de chanza. A todos les dió por decir que "que nazca sano...eso es lo más importante".

Volvían a salirme con "sano", no "sana". Así que me ponía a buscarles la lengua de nuevo: "Ah! Okey, otro que le va al varón!" Y se me quedaban viendo... "yo no dije nada!"... "dijiste sano..." Me decían "no, yo quiero que nazca con salud"... Yo no propuse que descartáramos la salud, sino que me dijeran si jugábamos a adivinarte el sexo, algo que parece de vida o muerte para todos menos para mí, como cosa rara, que lo hallaba meramente divertido. Fueras del sexo que fueras, igual te iban a querer... eso lo sabía yo.

Pasaron los días, las semanas... tus tías-abuelas casi casi que exigían saber tu sexo. Yo criticaba la necedad. "sea del sexo que sea, le tendrán cariño, no? Entonces qué demonios les importa!". Seguían sin entenderme. Y yo preguntaba por "el pochoclo o la cotufa". para mí sólo eras eso: un germinable rebosante de vida, que explotaba a cada segundo en la barriga de tu mamá.

En esa época, hice el dibujo que ves acá arriba... sí, tu mamá era como una hojita con todo un laboratorio mágico para crear oxígeno, clorofila, alimentos y vida y tú un granito minúsculo de una leguminosa portentosamente nutritiva.

Pasaron las semanas, algunos cedieron a mis insistencias y llegaron a decir qué sexo aspiraban que tuvieras... a mí se me dió por creer que serías niña, sobre todo por mi reacción encarnizada cuando hablaban de tí en género masculino... y algo de "antenitas", no lo niego.

El hecho es que llegamos a la semana 21 y a tí te tocaba otro ecosonograma. Y salió como resultado que tenías dos quistes en el cerebro. Por razones médicas te hicieron una amniocentesis y los resultados los supe primero yo que el resto de la familia. Bueno, los supe por boca de tus papás, aclaremos ese detalle. Y me dijeron unos cuantos pares cromosómicos claves... y llegamos al par 33. Y me contaron que eras una niña...

Y grité de euforia: eras niña... eras una lenteja maravillosa. Una cotufa que explotaba tanto como un pochoclo, tanto como un garbanzo.

Una lentejita maravillosa que nutres mis ilusiones mientras nadas amodorradamente en la barriga de tu mamá...